En el noroeste de la provincia de Huelva se encuentra Rosal de la Frontera, un pequeño municipio situado en la parte más occidental de las estribaciones de Sierra Morena, dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Un pueblo bañado por el río Chanza, afluente del Guadiana, y enclavado en el conocido como valle del Chanza, que no supera los 2.000 habitantes, pero que cuenta en su término municipal con algunos de los más importantes yacimientos arqueológicos que abarcan desde épocas calcolíticas o de la Edad del Bronce hasta la Edad Media: el Cromlech de La Pasada del Abad, La Torre, Cortelana, el Cerro del Castillo, el Cerro de las Abejas y Monteperro II. Visitar, por tanto, esta zona de Andalucía es adentrarse en un pasado que hará volar la imaginación de todos aquellos que se sienten atraídos por la historia más antigua de Andalucía.
Modernidad, y también mucha historia, es lo que atesora el lugar ideal para alojarse en estos días de visita a lugares que harán que más de uno se sienta todo un ‘Indiana Jones’. El Hotel Convento Aracena & Spa cuenta con unas habitaciones y unas instalaciones que harán las delicias del más exigente de los viajeros. Cuenta, incluso, con un spa donde encontrar entre sus aguas termales la paz necesaria para evadir la mente del exigente día a día que impone a muchos la sociedad actual. Su oferta gastronómica, además, está basada en el trato más exquisito de los productos de la zona. La historia se encuentra en sus paredes, en sus jardines y en su claustro, ya que todos ellos son parte de un antiguo convento del siglo XVII.
Situado sobre una pequeña loma se encuentra el monumento megalítico de La Pasada del Abad, datado en la Edad del Cobre y que forma parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Está formado por seis ortostatos desprendidos que, según los estudios realizados, habrían formado parte de la cámara de un antiguo sepulcro construido en galería. La importancia del yacimiento se ve embellecida por un entorno natural en el que predomina la dehesa y donde el frescor y el sonido del agua los pone la fértil ribera del río Chanza (siendo un elemento de atracción para la raza humana desde hace varios milenios) en su camino hacia la vecina Portugal.
A muy poco distancia, el visitante encuentra otro importante yacimiento, el conocido como Cerro del Castillo. En él se puede observar una estructura muraria, con muros en talud que bordean el asentamiento, y algunos materiales cerámicos que se fechan en la II Edad del Hierro. El lugar, según el análisis de los expertos, podría considerarse como un poblado prerromano o como un castro que habría formado parte del asentamiento de la Baeturia Céltica. También dentro del término municipal de Rosal de la Frontera se halla el Cerro de las Abejas, donde el viajero puede contemplar algunos pequeños restos de lo que fuera un poblado que surgió a finales de la Edad del Cobre y cuya vida se extendió hasta la Edad del Bronce. En su suelo se han encontrado materiales de la Edad del Cobre como platos de borde almendrado y engrosado, cuencos semiesféricos y esféricos, molinos de mano y molederas, puntas de flecha de piedra tallada...
También cabe destacar, y merece la pena ser visitado, el asentamiento arqueológico de Cortelana, distribuido en varias lomas en una zona de tierras fértiles de dehesa de encinas propicia para el desarrollo de prácticas agropecuarias. Se trata de un asentamiento que se atribuye al pueblo de los Íberos, cuya edad se sitúa en la II Edad del Hierro y que cuenta con diversas estructuras, tales como ciudadela, espacios domésticos y necrópolis. Circundado la loma aparece una estructura circular que habría hecho las funciones de una especie de muralla que protegería la ciudadela. Por último, Monteperro II, restos de una torre datada en la Alta Edad Media y que, por su posición estratégica, debió tener un uso defensivo.
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