La Santa Inquisición aglutinó a varias instituciones, de manera mayoritaria en el seno de la Iglesia Católica y con consentimiento del Papado de Roma, para la erradicación de la herejía. En 1184 se fundó la Inquisición medieval en la zona de Languedoc (sur de Francia) para luchar contra las ideas religiosas de los cátaros o albigenses (predicaban la dualidad creadora de Dios y Satanás y predicaban la salvación a través del ascetismo y el estricto rechazo del mundo material). En 1249 se implantaría también en el Reino de Aragón y, tras su unión con el Reino de Castilla se extendió también a este con el nombre de Inquisición Española, extendiéndose más tarde a los territorios conquistados en América.
La primera ciudad donde se estableció el Tribunal de la Inquisición fue Sevilla y fue allí también donde se celebró el primer auto de fe el 6 de febrero de 1481. Solo unos meses después, la villa de Aracena pasaría a la historia por ser el lugar elegido para la celebración del segundo auto de fe. Fue un 20 de julio de 1481 y el ajusticiamiento de 28 personas se produjo en la Plaza Alta (antigua Plaza de la Corredera), frente al Cabildo Viejo. Fue, sin embargo, un proceso accidental debido a la epidemia de peste que asolaba la ciudad hispalense y que impulsó a los responsables del Santo Oficio a buscar un espacio alternativo. La presencia en la sierra onubense de muchos nobles y familias adineradas de Sevilla, que huían de la podredumbre y la pestilencia, hicieron que se pusieron los ojos en Aracena.
“En Aracena, villa de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, viernes veinte días del mes de julio, del año mil cuatrocientos y ochenta y uno.....El cual auto fue que los dichos señores inquisidores con el señor doctor Juan Muñiz de Medina, sus asesor, pronunciaron y declararon veinte y cinco sentencias en voz alta, en las que condenaron a veinte y tres personas de esta villa por herejes y apóstatas, y a la otra, que era una mujer, recibieron y reconciliaron al gremio de la Santa Iglesia, condenándola a cárcel perpetua. Y asimismo condenaron por hereje a Gabriel Sánchez, ya difunto, cuyos huesos se sacaron a quemar...”
Para los amantes de la historia, la Sierra de Aracena y Picos de Aroche alberga diferentes elementos patrimoniales que hablan de la presencia del Santo Oficio en aquellas tierras. Una Ruta que podríamos denominar de la Inquisición y que nos llevará a Zufre, Aracena y Cumbres de Enmedio.
Datos documentales parecen certificar que el Ayuntamiento de Zufre fue sede del Tribunal de la Inquisición durante sus visitas (la base permanente estaba situada en Sevilla) a la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Obra de Hernán Ruiz II, el inmueble fue construido en el siglo XV siguiendo los cánones renacentistas y acogió entre sus paredes el Concejo de la Villa, el Pósito municipal y la cárcel. Una galería de arcos de medio punto alberga dos sillones de piedra que, según la tradición, acogían a los altos cargos del Santo Oficio, aunque otras fuentes hablan de que eran ocupados por miembros del Tribunal de Aguas.
Aracena fue, durante la epidemia de peste que azotó a Sevilla entre los siglos XV y XVI, sede itinerante de la Inquisición. En la localidad aún se conserva, en la actual avenida de Portugal, el balcón blasonado de la sede del Santo Oficio. Y en la memoria histórica perdura todavía el recuerdo del auto de fe que tuvo lugar en la Plaza Alta, junto al Cabildo Viejo, el más cruel de los celebrados en la Sierra con la muerte en la hoguera de 23 personas acusadas de herejía.
Cumbres de Enmedio, el municipio más pequeño de Andalucía con sus menos de 50 habitantes, acogió en el edificio que hoy en día ocupa su Ayuntamiento una sede del Santo Oficio, donde aún se conserva un blasón labrado en piedra. Fue así, a pesar de su tamaño, por su emplazamiento estratégico, siendo paso obligado para los viajeros del Camino Real que unía Extremadura con Sevilla.
Cabe recordar que la Sierra, durante la Edad Media, albergó a cristianos, judíos y musulmanes, que convivieron en esta parte de la provincia de Huelva durante siglos. Aracena tuvo una sinagoga en el lugar que hoy ocupa la Iglesia de Santa Catalina y en Santa Olalla del Cala hubo una importante colonia judía que disfrutó de sinagoga y barrio propio. También hubo presencia judía en Cala y en Aroche.
Aracena contó también con presencia musulmana en torno a la actual calle Tenerías (muy cerca de la entrada a la Gruta de las Maravillas), destacando además que su castillo, según algunos documentos históricos, se levanto sobre una antigua alcazaba musulmana del siglo X, en los momentos del Califato de Córdoba. También es evidente la presencia en Almonaster la Real, con su castillo-mezquita, una localidad donde cada año se celebran unas Jornadas Islámicas. Incluso el célebre humanista y consejero de Felipe II, Benito Arias Montano, fue denunciado a la Inquisición por su trabajo en la Biblia Políglota de Amberes.
Y para ‘sentirse protegido’ de las terribles garras de la Inquisición, nada mejor que elegir como alojamiento en el pueblo de Aracena un antiguo convento dominico del siglo XVII. Entre sus paredes se encuentra el Hotel Convento Aracena & Spa, un espacio lleno de encanto que ofrece al viajero la comodidad y la tranquilidad que desea para sus días de descanso. Cuenta con amplias y confortables habitaciones, con espacios comunes muy versátiles y llenos de posibilidades, con una piscina exterior en la que refrescarse de los rigores del verano, un spa en el que relajar cuerpo y mente, unos jardines y un claustro que invitan al paseo y a la reflexión, y una oferta gastronómica que conjuga tradición y modernidad y que está basada en los productos de la zona, con el cerdo ibérico como gran referencia.
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