Hablar de arquitectura en Sevilla es hablar, como no podía ser de otro modo, del importante legado de Aníbal González. La Plaza de España; la Capilla del Carmen; el Edificio para Manuel Nogueira; la Casa Laureano Montoto; el Pabellón Mudéjar; la Casa Álvaro Dávila, marqués de Villamarta o la Casa de las Conchas son algunas de sus obras más relevantes. El que fuera arquitecto de la Exposición Iberoamericana de 1929 y principal referente de la arquitectura regionalista sevillana dejó también, sin embargo, una huella imborrable en la localidad onubense de Aracena, ubicada en pleno corazón del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Por ello, los amantes de la arquitectura o aquellas personas que simplemente disfruten contemplando un espléndido edificio pueden seguir la que se ha dado en llamar la ‘ruta monumental de Aníbal González en Aracena’.
Antes de nada es necesario saber qué relación mantuvo el arquitecto sevillano con esta localidad serrana de la provincia de Huelva. Durante la primera mitad del siglo XX, Aracena era un lugar de descanso perfecto para la alta sociedad y la burguesía acomodada de Sevilla, que encontraron aquí un espacio ideal para huir de las altas temperaturas que se registraban cada verano en la capital deAndalucía. A esto se une que en Aracena existía además importante grupo social integrado por grandes propietarios de tierras y ganaderos, fuertemente influidos por la familia Sánchez-Dalp con quienes Aníbal González mantenía una estrecha relación como sus mecenas, convirtiéndose en su arquitecto de referencia.
Los hermanos Javier y Miguel Sánchez-Dalp y Calonge nacieron en Aracena, ciudad perteneciente al antiguo Reino de Sevilla. El primero, incluso, dada su gran vinculación con la familia real fue marqués de esta localidad desde 1917 hasta su muerte en Madrid en 1931. El segundo nació en 1871 y falleció en Sevilla en 1961, dejando su huella en Aracena en la mejora de iglesias dañadas durante la Guerra Civil y con la fundación de la casa de las Hermanitas de los Pobres. En la Iglesia del Castillo, entre otras mejoras realizadas, estaba el Vía Crucis de cerámica elaborado por el polifacético artista Adolfo López Rodríguez.
Aníbal González, por tanto, conoció Aracena y la convirtió en su lugar de descanso estival, dejando allí como agradecimiento su impronta de gran arquitecto por encargo de la familia Sánchez-Dalp. Cabe aclarar que en aquella época era muy importante que los edificios representasen en su aspecto exterior la importancia de quienes lo habitaban, de ahí que tuviesen un vasto despliegue visual en las fachadas y que fuera menos relevante el diseño de los interiores.
El primer ejemplo de esta arquitectura se encuentra en la actual sede del Ayuntamiento, en la plaza de Santa Catalina. Se trata de un edifico monumental, con unas dimensiones que dan a tres calles y que provocan un sorprendente impacto visual en pleno centro urbano. Su fachada ostenta una decoración con formas geométricas de mampostería y piedra vista con una gama de colores únicos en Aracena, en la que se combina el rojo cálido del ladrillo con el frío que transmite el blanco de la piedra caliza. De la misma época, principios del siglo XX, es el Casino Arias Montano, que recuerda los antiguos cafés de la nobleza y la alta burguesía, basado en formas clásicas y con el color blanco cubriendo las dos fachadas y el cuerpo central, con forma semicircular uniendo los dos flancos, sigue la línea de lo que fueron los famosos clubes ingleses.
La mano de Javier Sánchez-Dalp también llega hasta uno de los espacios más emblemáticos de Aracena, la Gruta de las Maravillas. Junto al entonces alcalde Juan del Cid López fue uno de los artífices del acondicionamiento y la apertura al público de este impresionante monumento natural en pleno barrio de San Pedro. Y como no podía ser de otra manera, Aníbal González fue quien diseño la bóveda de cañón con piedra autóctona que sirve de entrada, siendo una de sus escasas incursiones en la arquitectura medioambiental. Muy cerca de aquí se encuentran los Lavaderos de la Fuente del Concejo con los que el arquitecto sevillano, aprovechando un manantial existente para surtir de agua al abrevadero y a las pilas, creó un proyecto de grandes dimensiones que se convirtió en una obra de importancia dentro del devenir diario deAracena.
Esta ruta arquitectónica finaliza a las afueras de la localidad. En la carretera en dirección a Alájar, Aníbal González diseñó su proyecto más ambicioso en Aracena: la barriada de Aracenilla, un ejemplo de ciudad jardín siguiendo el modelo inglés del siglo XIX con una veintena de edificios dentro de un espacio marcado por las zonas verdes (aunque al final solo se construyeron ocho y la casa del guarda). Las fachadas de estos inmuebles, separados entre sí y con amplios jardines, gozan de una gran variedad cromática y usan cerámica en la solería, el tejado y los remates, así como madera, hierro y ladrillo, con la clara intención de dejar en evidencia que quienes moraban en su interior en época estival eran ricos burgueses y aristócratas.
El último legado de Aníbal González que completa esta ruta es la Hacienda que la familia Sánchez-Dalp, una vez que la que poseían en el centro de la localidad fue donada para acoger las escuelas públicas de Aracena, le encargó levantar en las amplias dehesas del Monte de San Miguel. El conjunto incluye el palacete de los marqueses y las dependencias del servicio y destaca por una decoración neomudéjar y por dejar claro en la arquitectura de la casa principal, cercada y muy diferente al resto de edificios, de las marcadas diferencias sociales entre propietarios y miembros del servicio.
Esta ruta arquitectónica puede completarse con la elección de un alojamiento que, aunque no es obra de Aníbal González, cuenta con una arquitectura exterior de lo que fuera un antiguo convento dominico del siglo XVII, pero totalmente remodelada en su interior para convertirla en un establecimiento hotelero de cuatro estrellas. El Hotel Convento Aracena & Spa está en pleno casco urbano de la localidad, a los pies de su majestuoso castillo, y cuenta con habitaciones amplias y muy cómodas, espacios comunes muy versátiles para satisfacer todas las necesidades de los viajeros, un maravilloso spa donde disfrutar de los beneficios del agua y de un relajante masaje y un restaurante en el que saborear un deliciosa gastronomía basada en los productos de la zona, principalmente de su huerta y del cerdo ibérico.
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