Si estás en casa y no deja de sonar en tu cabeza la canción “estoy cansado de siempre lo mismo, la misma historia y quiero cambiar…” piensa que ya está aquí el fin de semana y vas a tener la oportunidad de hacer la maleta y marcharte a descansar y disfrutar con tu pareja o con toda la familia de unos días de ocio, cultura y diversión. Y quizás no haya mejor lugar para hacerlo que el norte de la provincia de Huelva, donde a buen seguro encontrarás algún alojamiento rural con encanto en el que pasarás unos momentos que a buen seguro no querrás que terminen.
Podemos aprovechar que nos encontramos a las puertas del solsticio de verano, que será el próximo lunes 21 de junio, para adentrarnos, aprovechando el mayor número de horas de luz con que contamos, en un espacio pleno de naturaleza. El Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche se halla en el extremo occidental de Sierra Morena y cuenta con un peculiar paisaje donde predominan las amplias dehesas salpicadas de encinas, alcornoques y castaños y donde también encontraremos bosque de ribera acompañando los numerosos cursos de agua que recorren estas tierras. En las dehesas habita el que es uno de los estandartes de la comarca, el cerdo ibérico, representado con todos los honores por la DOP Jabugo. Son muchas las sendas que podemos encontrar para practicar senderismo o hacer rutas en bicicleta.
Conocer Aracena, donde podemos alojarnos en un hotel de cuatro estrellas con el encanto de un convento del siglo XVII, es casi una obligación. Su centro urbano está catalogado como Bien de interés Cultural y cuenta con lugares tan asombrosos y mágicos como la Gruta de las Maravillas, la que fuera la primera cueva turística que abrió en España y hoy por hoy un espacio que sorprenderá tanto a pequeños como a mayores imaginando que acompañan a Julio Verne en su mítico ‘Viaje al centro de la Tierra’.
También merecen una visita el castillo, a cuyos pies tenemos un alojamiento rural de calidad en la sierra de Aracena, que formó parte de la conocida como Banda Gallega, conjunto de fortificaciones que defendían el reino de Sevilla de los ataques de las tropas de Portugal y de las Órdenes Militares asentadas en el sur de Extremadura; y la iglesia prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor, el templo más emblemático de la localidad. Acercarse al Museo del Jamón es dejarse llevar por toda una cultura y forma de vida surgida en torno al cerdo ibérico; mientras que el Museo Andaluz de Arte Contemporáneo nos invita a disfrutar de la cultura al aire libre, siendo el único espacio de estas características en Andalucía.
La comarca, donde es fácil encontrar un hotel cómodo para toda la familia, cuenta también con muchas otras localidades que nos invitan a perdernos por sus calles y a disfrutar de su riqueza patrimonial y de la buena acogida y cordialidad de sus gentes. La mezquita de Almonaster la Real, quizás la mejor conservada de toda España en un entorno rural; los castillos de Cala, Aroche, Cortegana, Zufre…; el enclave arqueológico de Turóbriga, ciudad fundada en tiempos del emperador romano, Nerón; el buen número de ermitas que acogen romerías con tanto seguimiento popular como la de la Reina de los Ángeles o la de la Divina Pastora; el balcón sobre el Parque Natural que es la conocida como Peña de Arias Montano; la riqueza de muchos de los palacetes de estilo regionalista que aún se conservan en diferentes localidades; las fuentes, lavaderos y molinos que nos hablan de toda una forma de vida vinculada al agua…
Conocer la comarca de Aracena es enamorarse de una tierra que recibe a quien la visita con los brazos abiertos para que nadie puede sentirse extraño en una tierra que en tiempos pasados fue lugar de veraneo de las familias más importantes de Sevilla. Cuenta, además, con una gastronomía que aúna tradición y modernidad y que basa todas sus sensaciones en los productos de temporada. Y es que la comarca de Aracena es tierra de cerdos ibéricos, pero también de productos de la huerta, de frutas, de setas y hongos, de castañas… Y para beber, un mosto elaborado de manera artesanal. Y como postre dulce, un trocito de membrillo que podemos acompañar de alguno de los quesos artesanos de cabra que se elaboran en la zona.
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