Siempre puede haber una excusa para visitar Aracena, donde podemos alojarnos en un hotel de cuatro estrellas con el encanto de un antiguo convento del siglo XVII, y el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Esta semana, este blog se convierte en una máquina del tiempo. En ella nos montaremos para viajar a la Hispania romana, conocer el importante legado que los árabes dejaron en su paso por la Península bajo el Califato de Córdoba o conocer una de las épocas más oscuras de nuestra historia, la Edad Media y sus luchas continuas por el poder.
Antes, y ya que estamos en la capital de esta comarca, y hemos elegido para pasar unos días con la familia un alojamiento rural con spa en Aracena, vamos a sumergirnos en la prehistoria bajando a las profundidades de la tierra. Nadie sabe a ciencia cierta si ese lugar estuvo alguna vez habitado o si son ciertas las leyendas que han surgido en torno a él, pero lo que si es cierto es que el agua y la piedra han creado a lo largo de los siglos un espacio único que hará las delicias de mayores y pequeños.
En pleno casco urbano de Aracena, en las profundidades del cerro que domina la población serrana y donde se encuentran en castillo y la iglesia prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor, encontramos la Gruta de las Maravillas. Un manantial de belleza inagotable con una longitud de más de 2,2 kilómetros, de lo que son visitables alrededor de 1,2 kilómetros. Fue la primera cueva turística que se abrió en España y su origen está en la acción de las aguas sobre las calizas y mármoles del Cámbrico (más de 500 millones de años de antigüedad). El silencio solo roto por el goteo del agua, la variedad de colores y formaciones y la belleza de sus cursos de agua subterráneos, bien merecen una visita.
Pero regresemos a nuestro ‘Ministerio del Tiempo’ particular y hagamos una visita a los tiempos del imperio romano. En la localidad de Aroche se halla la ciudad hispanorromana de Turóbriga, levantada según las crónicas antiguas en tiempo del emperador Nerón, allá por la mitad del siglo I. Es, en la actualidad, en único asentamiento romano de la Sierra de Huelva que reúne las características de un núcleo urbano. Su origen está en el proceso de ocupación y control del territorio conocido como Baeturia Céltica y su función era pacificar una zona que había participado de manera activa en las rebeliones lusitanas contra el poder de Roma, amenazando las explotaciones mineras existentes en la zona.
Un paseo por este enclave arqueológico nos permite vislumbrar lo que fue el foro, las termas y el conjunto de edificios que conformaban el Campus Martius, espacio que en Roma servía como lugar de usos militares y de esparcimiento de la población. Su origen está en tiempos de Nerón, pero su máximo esplendor monumental lo alcanzaría en época Flavia. A partir del siglo III se va abandonando de manera paulatina sirviendo de cantera para la construcción del castillo de Aroche y de la ermita de San Mamés, uno de los pocos ejemplos de arquitectura de repoblación del siglo XIII y con un interesante conjunto de pinturas murales del siglo XV.
Saltamos ahora a los años de dominación musulmana de la Península para visitar la mezquita de Almonaster la Real. Datada entre los siglos IX y X es la única en España que ha llegado prácticamente intacta hasta nuestros días en un entorno rural y se encuentra dentro de los restos amurallados del castillo de esta localidad serrana de Huelva. Fue levantada sobre los restos de una basílica visigoda del siglo VI y después de la Reconquista fue reconvertida en ermita cristiana. Considerada monumento histórico desde 1931, mezcla en su composición los estilos romano, almohade y gótico. Siguiendo los cánones de la época califal presenta dos espacios bien definidos: el shan, o patio abierto para las abluciones y el liwan, o sala de oración cubierta.
Nuestro viaje al pasado termina en el castillo de Cortegana, conocido como el de Sancho IV. Fue mandado construir a finales del siglo XIII, formando parte de la conocida como Banda Gallega, un grupo de fortificaciones que defendían el Reino de Sevilla, recién reconquistada a los musulmanes, de los ataques de las tropas de Portugal y de las Ordenes Militares asentadas en el sur de Extremadura. De ahí que, como curiosidad, está ubicado en la sierra de Huelva, pero su propiedad pertenezca a la ciudad de Sevilla. Está encaramado en lo más alto del cerro que domina la localidad y desde donde se contempla buena parte del Parque Natural de la Sierra de Aracena, localidad donde podemos alojarnos en un hotel con spa y piscina para toda la familia. El castillo está declarado Bien de Interés Cultural.
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