Un cruce de caminos. Quizás sea es el origen de Castaño del Robledo, un coqueto pueblecito cuyo trazado urbano es confluencia de los caminos que llegan de Jabugo, Santa Ana la Real, Alájar, Fuenteheridos y Galaroza. Allí se conserva, como parece indicarnos su nombre, un bosque de robles melojo que en su parte más frondosa y agreste (caras sur y sureste) da cobijo a un buen número de ejemplares de jabalí, que encuentran su refugio entre zarzas repletas de espinas y grandes formaciones rocosas. Un espacio único en el que elegir un alojamiento con encanto en la Sierra de Huelva.
En el paisaje, sin embargo, como también parece anunciarnos su toponomía, predomina el castaño. Un compañero de viaje para todos aquellos senderistas que se adentran en sus numerosas veredas para disfrutar del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, un enclave en el que también podemos encontrar algún hotel rural de calidad donde alojarnos mientras disfrutamos del entorno y de los muchos pueblos con encanto que salpican esta parte de las estribaciones de Sierra Morena.
Según la tradición, cinco vecinos de Aracena fundan oficialmente en 1554 Castaño del Robledo como aldea dependiente de aquella, aunque las primeras reseñas históricas parecen indicar ya su existencia en el siglo XV con la contribución obligatoria de soldados para la guerra de Granada. Su despegue demográfico se producirá durante el siglo XVI, cuando moradores llegados del norte de la Península se establecen en la zona y empiezan a cambiar su paisaje, sustituyendo de manera paulatina el robledal existente en torno a la aldea por plantaciones de castaño.
Su separación de Aracena se produciría allá por 1700, cuando sus 50 vecinos denuncian ante la justicia real las humillaciones y cargas que sufren, logrando que Diego Felipe de Guzmán, señor de Aracena, les conceda el nombramiento de villa. Y hablando de Aracena, capital de la comarca y lugar que podemos elegir como centro de operaciones en nuestra visita a la zona alojándonos en un hotel de cuatro estrellas con el encanto de un antiguo convento del siglo XVII, son obligadas las visitas a la Gruta de las Maravillas, el castillo y su iglesia prioral, el Museo del Jamón o el Museo de Andalucía de Arte Contemporáneo.
Situado en pleno centro del Parque Natural, Castaño del Robledo nos ofrece un buen número de senderos por los que disfrutar a pie o en bicicleta de aquellos antiguos caminos que alumbraron su nacimiento y que lo convirtieron en epicentro geográfico de la sierra y que hoy en día reúne a muchos grupos de excursionistas. Una ruta circular por su término municipal y el de la vecina población de Alájar, la que nos guía hasta el Puente de los Casares o por la Ribera de Jabugo, el trayecto hasta Fuenteheridos o los senderos de La Urralera y el Rodeo al Cerro del Castaño son solo algunos ejemplos de ello.
Una buena manera de disfrutar en familia o con amigos de un entorno natural único en el que, además, podremos descubrir un turismo rural único con hoteles con encanto y de calidad en una de las zonas más bellas de Huelva, admirada por sus playas pero que esconden otros tesoros entre sus serranías. Famoso es su Riscos Altos, uno de los puntos más altos de la provincia con sus 962 metros, y el Mirador de los Conejales se convierte en cita obligada, ya que gozaremos de una de las más bellas panorámicas del Parque, llegando incluso a atisbar en el horizonte la presencia del mar.
Interesante también es su núcleo urbano, declarado Bien de Interés Cultural. Destacan El Caserío, un conjunto arquitectónico de gran interés con inmuebles de gran presencia levantados a partir del Renacimiento y en el que destacan la Iglesia de Santiago el Mayor, construcción que a finales del siglo XVI se atribuye a la iniciativa del célebre humanista Benito Arias Montano y que conserva un órgano barroco considerado el más antiguo de la provincia; los Humilladeros del Señor, datados algunos en el siglo XVIII; y las fuentes públicas, como las de La Mazorca, el Calvario o el Barrio. Cuenta, además, con una plaza de toros, a las afueras del municipio, con gradas construidas siguiendo la orografía del terreno y que fue abandonada a mediados del siglo XIX.
Mención aparte merece su Iglesia Inacabada, a la que los lugareños se refieren como El Monumento, llamada a ser la catedral de la comarca cuando se inició su construcción allá por el siglo XVII, pero que tras detenerse las obras pocos años más tarde de su inicio, allá por 1794, jamás llegó a finalizarse. Iba a sustituir a la iglesia de Santiago, que se había quedado pequeña tras el auge demográfico vivido por el pueblo durante el siglo XVIII, pero discrepancias entre el arzobispado y las autoridades locales pusieron fin al proceso constructivo.
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